Ten piedad de nosotros
Escuchó la misma voz que esta vez le decía:
-Está detrás del árbol, a 50 metros.
Miró hacia adelante y comenzó a contar 10, 9, 8…
A medida que tomaba la curva su corazón aceleraba más que su auto.
De pronto la vio. Estaba inclinada y en subida , hizo taco y punta y apretó los dientes, maldijo en el último segundo y su Porsche tosió en la última centésima…
La voz le dijo: nos comimos un 100.
La carrera recién empezaba, y empezaba también la timba de cómo licuar ese error. Que si hacemos un cero, nos queda 50,
ue si hacemos 4 cincos, nos queda 4 de promedio y así.
El auto parecía una oficina del INDEC, los números se dibujaban para mejorar el ánimo. Pero fuera del auto la cruda realidad indicaba que estábamos haciendo 100 de promedio, un balde de agua fría para el ego. Pero de repente tuve una idea, y dije en voz baja:
-Si esa prueba se anula acá no pasó nada.
Para qué… La oficina del INDEC se transformó en la de la SIDE. Y yo murmurando que podíamos hacer para que se anule esa prueba me está pareciendo a Patán, el copiloto de Pierre Nodoyuna.
Ya pensaba que ni Dios nos salvaría de ésta hasta que de repente:
-Frenaaaaaaaaaaaaaaaá. Grité mientras se nos cruzaba una procesión.
Pasaron en sentido contrario cuatro fieles que llevaban a la Virgen María sobre sus hombros, medio rezando y medio puteándo uno me dice:
-Ustedes y su maldito Rally, ahora van a ver…
A la noche y después de la cena, entregaron los tiempos parciales de ese día. La prueba se había eliminado. Parece ser que una procesión de religiosos hizo un piquete frente a un control de tiempos…